sábado, 30 de abril de 2011

L U Zero



Domingo 17 de abril de 2011

Después de varios días de mal tiempo, afuera y adentro, sale el sol. A pesar de la gris densidad y un pronóstico de lluvia para el día de hoy, la naturaleza me sorprende, como siempre, mostrándome que lo único permanente es el cambio. Y esto de observar el cielo me hace pensar en mi propia transformación, que aunque a veces hay tantas nubes oscuras que la ocultan, se que está sucendiendo por detrás, que está ahi como una fuente poderosa de luz que no deja de brillar. Y si lo natural es cambiar, por qué vivirlo no se siente natural? Como me he alejado tanto de eso que simplemente sucede y debo intentar repetidas veces a ver si sucede? Debo confesar que lo que vivo en este momento es raro incluso para mi. Estoy sola en otro país, sin planes, experimentando vivir el presente, nada más. Esta vez no quise hacer algún curso interesante para sentir que el viaje tenía un motivo importante, tampoco quise venir con alguien para sentirme más acompañada. Descarté cualquier adorno y lo que sí hice fue elegir un lugar en donde tenía conocidos, entonces de alguna manera eso me sirvió de consuelo. Pero ya no lo es más, cada quien anda en lo suyo, viviendo su historia, su verdad. Y honestamente, me siento muy lejos de ellos. La mayoría ha venido a estudiar y yo ahorita no estoy para nada interesada en seguir llenándome la cabeza de información cuando lo que intento es vaciarla. No quiero saber nada, solo quién soy y qué hago aqui.  Sigo viendo gente que quiere lograr ciertas cosas en su vida para sentirse más importante, o que hacen lo que hacen para complacer a otros y no porque de verdad lo quieran, gente que sabe lo que ama pero que se ve obligada a amar otra cosa, gente con miedo a la incertidumbre y que necesita estabilidad, gente que sigue añorando la abundancia que ya existe, gente perdida en mundos oscuros y dramáticos… En fin, me parece que este fue un vistazo a ese cielo gris que tuve encima esta semana. Y como se que lo que quiero es luz, veré también la luminosidad que me rodea. De hecho hace días pensaba en escribir sobre la belleza. Es una ciudad en donde todas las personas son bellas, sin importar la edad, el físico, el estilo, la clase social… Son todos bellos porque sí, hasta los feos son bellos no se por qué. Me dedico a observarlos en la calle o en el colectivo, donde siempre voy sin saber cuándo debo bajar y de pronto una bella voz me pregunta: “bajás acá?” y yo respondo: “sí” muy confiada y sonreída. Hasta ahora estas voces casuales me han indicado mágicamente el lugar correcto. Otra belleza a quien conocí fue a mi vecinita Paloma, una niña a la que oigo en las mañanas hablar con su abuela, los mediodías irse a la escuela de enfrente con su padre que viene siempre a buscarla para cruzar la calle con ella y las noches cocinar con su madre oyendo buena música. Una noche de estas se vino con Sara (la dueña de la casa en donde me hospedo) y conmigo de compras. Al comienzo tenía pena y no me hablaba. Después de un rato me abrió su brazos pidiéndome que la cargara y permaneció abrazadita a mi, todavía en silencio, regalándome ese momento de dulzura. Y es asi como todo se mueve a mi alrededor y yo permanezco sentada observando, movíendome también.

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