Viernes 29 de abril de 2011
Llueve sobre mojado… y regreso a esta hoja despejada con la intención de vaciar en ella mis palabras, dejándolas caer como gotas que limpian mi cielo, dejándolo más liviano. Ya me veo volviendo a ubicarme en mi comodidad, vuelve la osa a su cueva, solitaria y silenciosa. Y probablemente es parte de mi forma de ser, no está mal ni está bien, sólo es. Me abro y me cierro, asi soy. Cariñosa y arisca, una mezcla entre perra y gata! Y está bueno ser capaz de observar y ser consciente de este movimiento mio, de aceptarlo con amor y respeto. En mi abrirme me sentí “lost in translation”. He interactuado con algunos personajes que parecen haber sido sacados de Tokio y puestos delante de mi para que habláramos idiomas distintos. Me di cuenta de que no hay palabras que relamente puedan contar mi historia, ni tampoco hay oídos que puedan realmente entenderla. Y es que no hay nada que contar, ya de tanto repetir lo mismo siento que se ha lavado todo, se ha ido la magia y ha quedado un sin sentido. Las preguntas también son repetidas, básicamente es siempre una: “qué viniste a hacer aquí?”. Todas relacionadas con el hacer. Y cada vez con más confianza echo mi cuento y explico que mi viaje tiene más que ver con el ser y el estar… simple (?). Algunos me felicitan por mi valentía y coraje, otros me miran raro sin entender nada. Todo y todos quedan en la periferia y yo queriendo conectar más y profundizar más. Visualizo muchos espermatozoides rodeando a un ovulo y queriendo entrar pero sólo uno traspasa la barrera! Quizás todo conspira a favor de que yo sea la elegida para entrar dentro de mi. Y es en este cerrarme, donde encuentro un refugio, un altar, la paz. Ese espacio externo propio que tanto necesitaba y que ahora tengo se trasladó a mi interior y me contiene. Asi como la comodidad y seguridad que encontraba afuera ahora la llevo adentro. Es un viaje solitario, conmigo, donde sea y lo que sea. Hace días, por eso de no limitarme, acepté ir a una fiesta psicodélica en el bosque, que no es lo mío pero fluí. Bailé entregada con los ojos cerrados varias horas y logré hacer ese contacto con todos mis cuerpos y con la tierra que es otro cuerpo más. Le ofrendé cada pisada, la acaricié con mis movimientos, le di todo. Y me recordó cuan importante es la intención que uno le pone a las cosas. Mi intención de estar aqui es clara y pura, me permite hacer de cada día un ritual consciente. Que lo que está afuera no nuble mi razón. De cualquier manera seguirán cayendo más gotas…